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El 14 de marzo de 2004, varias lesiones y expulsiones hicieron que Banfield llegara a disputar la quinta fecha del torneo argentino con más suplentes que titulares. Entre ellos Omar Sebastián Pérez quien había llegado de Boca Juniors al equipo dirigido por Falcioni en busca de continuidad. No había tenido suerte, pero ahí estaba en el Monumental enfrentando al River Plate de Salas, Gallardo y Cavenaghi, que se fue al entretiempo ganando con un gol de Pereyra. Sin embargo, esa fue la tarde de Pérez. En el segundo tiempo sacó dos remates inatajables. Un par de goles soberbios desde fuera del área (uno con izquierda y el otro con derecha). Fue un partido de resurrección.

Pérez es hincha y se hizo futbolista en Boca Juniors. Allí estuvo diez años: seis en inferiores y cuatro como profesional. Debutó el 10 de febrero del 2000, tres años después de que lo hiciera Juan Román Riquelme de quien aprendió todo lo que quería ser como futbolista. Actuar junto a su gran ídolo - y en la era Bianchi- le ayudó a perfeccionar el estilo que caracteriza a quienes nacieron para llevar el 10 en la espalda, pero también lo condicionó a un rol de suplente. Tuvo que salir del equipo de sus amores para encontrar su lugar en el mundo.

Pocos meses después de haber aterrizado en Barranquilla, Omar festejaba su primer título en Colombia con Junior. Se sobrepuso a las críticas por la lesión de rodilla que carga desde los 16 años. De ahí voló a México, en donde no tuvo suerte, regresó al Junior y luego pasó al Real Cartagena en donde nunca se sintió cómodo. Un nuevo rescate llegó desde el DIM y su presente ya es bien conocido en Santa Fe. Pérez aporta liderazgo y sobre todo buen fútbol, ese que lleva público a las tribunas.

"Para mí el fútbol es controlar, elegir bien", dijo Román el día de su despedida. La frase resume su compromiso en la cancha: elaboración y creación. Un enganche debe tener el talento individual que lo lleva a eludir rivales con caños y el liderazgo de equipo que lo inspira a meter pelotas imposibles para que otros definan partidos. Balance perfecto. Luego está el temperamento y ahí empiezan los problemas. Para muchos, jugadores como Omar y Román no lo dejan todo en la cancha. Confunden sus pausas con desidia.

Solo el paso del tiempo ha puesto las cosas en su lugar. Once años después de aquel partido de resurrección, Omar Pérez puede hablar de sueño cumplido. Sus títulos con Santa Fe son una prueba más de que hay quienes frenan el juego para hacerlo más efectivo, llamativo, emocionante… que hacer funcionar el equipo y tomar decisiones correctas compensa el esfuerzo físico.

Omar Sebastián Pérez celebra su cumpleaños 34 en un gran momento de su carrera. Buena oportunidad para aplaudir que un jugador de sus condiciones haya puesto magia a la liga local durante 10 años. En el fútbol de hoy en día muchos corren y pocos piensan, así que bienvenidos a las canchas del país quienes no teman ponerse el traje de ilusionista.