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SANTI GIMÉNEZ

Vuelve a aparecer el espejismo de cada año en el mercado blaugrana

Actualizado a

El espejismo. Ya les he hablado otras veces de ese amigo culé que ya hace mucho tiempo que se desengancha de la militancia barcelonista mientras hay competición y que regresa a la prensa deportiva y al proselitismo culé sólo en verano. Para él, cuando no hay competición todo es maravilloso porque como no se ha jugado nada, nada puede perderse. Devora las páginas y páginas en las que se amontonan rumores respecto a jugadores que parecen la solución a todos los males del equipo. Y todos parecen estupendos. De Lucas Digne a Paco Alcácer, todos los que se presentan dan el perfil de estrella. Luego, la cruda verdad aflora, vuelve la competición y mi amigo se desengancha hasta el próximo verano para volver a vivir feliz en su espejismo.

No aprendemos. Este verano aún no he hablado con él, pero intuyo que se lo va a pasar pipa. Como hace dos años, cuando, ¿recuerdan? Ariedo Braida tenía bloqueado a Paul Pogba y en una jugada maestra y audaz, la junta gestora del club se adelantó a todos los grandes equipos del mundo y firmó a Arda Turan en una acción que por sí sola justificaría una moción de censura, un cambio de estatutos o una huelga de hambre colectiva. Ese verano, también llegó Aleix Vidal. Ambos a cambio de sus respectivas cláusulas de rescisión. Pogba, se fue al Manchester United, Braida sigue en Barcelona y ahora afrontan la búsqueda de nuevas estrellas: Marco Verratti, Héctor Bellerín y Ousmane Dembélé son los elegidos. Entre los tres, la fiesta se puede ir a unos 200 millones de euros, pero hablar es gratis. Y eso que aún queda por firmar la renovación de Andrés Iniesta y de un chaval que promete que atiende por Leo Messi. Está claro que no aprendemos.

El dinero. Les recuerdo que hace menos de un año, cuando el secretario técnico Robert Fernández presentó a André Gomes (sí, han acertado, a mi amigo le pareció un fichaje estupendo) nos dijo que con la contratación del portugués el Barça “había aprovechado una oportunidad de mercado para que en el futuro (es decir ahora) sólo hicieran falta pequeños retoques en la plantilla”. Luis Enrique remachó el argumento diciendo ante los medios que “tenía la mejor plantilla que jamás he entrenado”. A día de hoy, el panorama vuelve a ser el espejismo veraniego habitual. Aquí sólo se lo pasa bien mi amigote, porque a partir de agosto, desconecta. Un hombre sabio donde los haya.