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ITURRALDE

Medidas contra los tramposos igual que hubo con los balones al campo

Cuando se quiere, se puede. Hace unos años tuvimos en el fútbol español una lacra y una imagen pésima, debido a los balones que eran lanzados al campo desde la grada, los banquillos o los mismos recogepelotas.

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Los balones. Cuando se quiere, se puede. Hace unos años tuvimos en el fútbol español una lacra y una imagen pésima, debido a los balones que eran lanzados al campo desde la grada, los banquillos o los mismos recogepelotas. Esto no fue casual sino un hecho bien dirigido y orquestado. Se implantaron medidas drásticas y alguna de ellas un poco hasta fuera de la ley, como la de expulsar al entrenador si sale un balón del banquillo hacia el terreno de juego y no se descubre quién ha sido el culpable. Se expulsa al entrenador porque se le considera el máximo responsable y nadie del banquillo corre el riesgo de que por su culpa el expulsado sea el entrenador. Desde que se implantó esto dentro del reglamento de la competición estos desagradables hechos dejaron de ser noticia y ahora son sólo un mal recuerdo.

La simulación. También hay un protocolo por el cual puedes prescindir de los recogepelotas si su labor no es eficiente y hasta del delegado de campo. Todas estas medidas han sido un acierto y a los resultados me remito. Ahora bien, ¿qué pasa con esa otra gran lacra que es la simulación? Sin mencionar a ningún jugador en concreto, vemos que domingo tras domingo los jugadores se engañan entre sí y el pobre árbitro está en medio de este gran teatro como invitado. Es curioso que un jugador se tire, el árbitro perite mal la jugada, y todas las protestas van hacia el colegiado y el culpable se levanta, se ríe de su profesión y de sus compañeros. Al día siguiente la prensa se hace eco del fallo del árbitro, algún periodista hooligan deja entrever que el árbitro está dirigido por no se qué teorías de la conspiración y una vez más el culpable de engañar a sus compañeros, al fair play y al fútbol se le menciona muy de pasada.

El tramposo. No vamos a engañarnos. NO queremos justicia, queremos beneficios, porque la justicia es quejarse y retratar al tramposo sea de tu equipo o del otro. Eso sí, luego nos meten por los ojos todas esas bonitas campañas de fair play. Y aquí es donde quería llegar, cuando empezaba el artículo diciendo “cuando se quiere se puede”, lo mismo que nos inventamos para bien el poder expulsar a un entrenador aún no siendo éste el que tira el balón al terreno de juego, podríamos copiar a la Asociación Inglesa y castigar con 2 o 3 partidos al futbolista tramposo. Tener por seguro que pasaría lo mismo que con los balones. Os dejo una cita de Bielsa. “Si quien llega primero tomando atajos no sufre la condena dentro del grupo, ese equipo está enfermo. Aplica también a la sociedad”.