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Cristianos y Marcelos

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Cuando el fútbol se convierte en la excusa para hablar de árbitros y arbitraje se produce el pecado de la desmemoria. En el Bernabéu, Real Madrid y Bayern libraron un fenomenal combate futbolístico, a la altura de la magnitud histórica de los dos equipos. Partido sin dueño, con momentos para cada uno, la constante sensación de incertidumbre y algunos duelos antológicos, como el protagonizado por Marcelo y Robben, dos jugadores excepcionales que ofrecieron su mejor versión en una noche que, sin embargo, quedó marcada por la actuación del árbitro.

Pocas veces la Liga de Campeones ha ofrecido partidos del calibre del Manchester City-Mónaco (5-3), Barcelona-París Saint Germain (6-1) y Real Madrid-Bayern (4-2 en la prórroga), casi enterrados por las penosas actuaciones de los árbitros y sus frondosas consecuencias mediáticas. No se disfruta del fútbol, se consume el ruido adyacente.

La laboriosa victoria del Madrid abundó en la línea que le caracteriza en los últimos tiempos. Un equipo diseñado para las estrellas se define ahora por la enorme aportación de los jugadores que llegaron en silencio y por poco dinero. El Real Madrid actual es la perfecta representación de los Cristianos y Marcelos, es decir, la combinación de lo mejor del mercado mundial en los últimos años —Cristiano Ronaldo, Bale, Benzema, Sergio Ramos, Kroos, Modric y James— con un alto número de jugadores que ahora mismo parecen regalados.

Marcelo llegó al Real Madrid con 18 años, un desconocido lateral brasileño que inmediatamente comenzó a producir en el equipo. Apenas costó siete millones de euros. Marcelo ha disputado 400 partidos oficiales y es, sin duda, el lateral izquierdo de mayor impacto en el fútbol mundial. Su influencia en el juego es monumental. Frente al Bayern desplegó todos sus recursos y fue imparable.

El Real Madrid acabó este partido trascendental con siete jugadores que le han costado al club menos de 10 millones de euros cada uno de ellos. Carvajal, forjado en la cantera, regresó del Bayer Leverkusen por siete millones de euros. Nacho no ha salido de la casa desde niño. Casemiro llegó al club desde el Sao Paulo por 1,5 millones de euros. Tras su paso por el Oporto, el Real Madrid le repescó por seis millones. El regreso de Lucas Vázquez significó un desembolso de 1,5 millones de euros. Asensio, de nuevo magistral frente al Bayern, recaló por cuatro millones de euros. El séptimo de la lista es Marcelo, por supuesto.

El gasto. El desembolso total por estos siete jugadores es de 24,5 millones de euros, una de las mayores gangas que en la historia del mercado futbolístico. Durante años, pareció que ningún futbolista con un precio menor de 30 millones tenía derecho a jugar en el Real Madrid. Gobernó el mercado con varios de los fichajes más caros de la historia: Cristiano, Bale y James, entre otros. Es cierto que en el fútbol actual, donde la globalización y el negocio están unidos hasta el tuétano, el Real Madrid tenía la obligación de adquirir a algunos de los mejores futbolistas del planeta. Sin embargo, la fijación comercial no siempre resuelve los problemas deportivos.

El Real Madrid, que en la primera etapa de Florentino Pérez acuñó el slogan de Zidanes y Pavones, ha alcanzado esta temporada su plenitud con los Marcelos de turno, grandes jugadores que llegaron jóvenes y de puntillas al club. Sin ellos, sería impensable la seria, competitiva y magnífica versión del Madrid frente al Bayern y, en general, durante toda la temporada.