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Valores del Madrid, valores del Barça

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Si los valores del Madrid son los que se desprenden del palco, ¿de dónde debemos desprender los del Barça? ¿De su palco? Ahí podemos ver mucho ‘tres por ciento’. Hemos visto al palco del Camp Nou citado por uno de los acusados en el juicio por el expolio del Liceu como escenario de manejos turbios. Dejando al lado el palco, en cuya comparación siempre saldrá ganancioso el Madrid, ¿podríamos si no deducirlos del extraordinario cúmulo de porquerías en torno al fichaje de Neymar, de lo que tan bien nos está informando Santi Giménez estos días? Recordemos que el propio Barça se reconoció culpable como club.

No, yo defino los valores del Barça por otros parámetros. Por Guardiola, por ejemplo. O por Xavi, por Iniesta, por Puyol, por el estilo que implantó Cruyff en la casa, por tantos otros de ahora y de antes, no por los aprovechateguis que medran en el palco del Barça y en las entretelas de los contratos. Como defino los valores del Madrid a través de Zidane, de Sergio Ramos, de Modric, de Carvajal, de ese Raúl que se dispone a regresar, de Santillana, Pirri, Velázquez, Amancio y tantos otros, más allá, hasta llegar a Gento y a Di Stéfano. Yo encuentro muchas cosas edificantes en que fijarse en ambos clubes. Lo contrario lo encuentro mezquino.

Y sí, en efecto, el palco del Madrid es infumable. Es un tumor que crece. Mucho mayor que el del Barça, desde luego, porque Florentino lo ha triplicado, y eso sin contar los boxes de delante. Y hay más poder, desde luego. Es el retrato perfecto de la casta-trama, la crema de ese dos o tres por ciento de la sociedad que ha medrado durante la crisis, mientras el resto del país se resentía de sus torpezas o sus maniobras. Pero eso no es el Madrid. Por grande que se haga el palco, hay mucha más gente fuera de él, en las gradas o ante la tele, que no usa el fútbol para rozar codos con ‘púnicos’ y ‘gurtélicos’, sino para pasar dos buenas horas.